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    México mágico en Moto: Los tesoros de Villamontaña

    México mágico en Moto: Los tesoros de Villamontaña
    2017
    19
    Ene

    Esta vez me despierto en un antiguo rancho llamado Villamontaña, en la bella ciudad de Morelia. Pero no es un rancho al uso, ni siquiera lo parece, es un lugar que ha sido modificado en varias ocasiones y con cada remodelación ha guardado una historia…

    Después de una estupenda comida con todos los amigos que me han acompañado por los tramos de rallys de las Mil Cumbres, me dispongo a llegar a mi lugar de descanso. La verdad es que estoy agotada y necesito escribir, repasar las fotos y clasificar los vídeos de estas dos últimas jornadas. Sigo a la moto que tengo delante que me va llevando hasta el alto de la ciudad.

    Pronto veo un cartel: Villamontaña, Hotel Boutique, la entrada tiene muy buena pinta y me alegro haber podido llegar a un acuerdo con la central de Hoteles Boutique de México para dormir aquí. También doy las gracias mentalmente a mis amigos de Ruralka on Road, que son los que me han facilitado estos contactos. Acabo de recibir un mensaje en el móvil: “los dueños del hotel te esperan para tomar algo en el bar”.

    Me despido de la persona que me ha acercado hasta aquí y me registro en la recepción. Una enorme pintura que representa la conversión de S. Francisco comienza a despertar mi curiosidad…parece muy antigua y valiosa. Mi vista recorre la gran sala del lobby, donde reconozco alguna obra de arte, como unos ángeles que descansan a los lados de una enorme chimenea. Son de origen francés del siglo XVI…

    Un mozo me lleva los bártulos entre las pequeñas callejuelas que forman el Villamontaña el lugar es estupendo, magnifico. La arquitectura desordenada dentro de un orden me encanta. Para acceder a mi habitación debo subir unas escalerillas de piedra. Dentro, tengo una cama enorme y un cuarto de estar. pese a que me sobra la mayoría del espacio, doy las gracias y me tumbo en el enorme colchón. Unos minutos de descanso, una ducha rápida y acudo al bar, a conocer a los dueños de este Hotel Boutique. Las vistas desde esta parte del hotel son increíbles. Se distingue perfectamente la ciudad, su catedral y la arbolada y amplia vía principal, su acueducto…

    Los tesoros del Villamontaña

    Cuando entro me encuentro con una pareja mayor. Él tiene acento francés, mucho. ella es una señora muy estilosa, delgada y con cara muy simpática. Me presento y comenzamos una estupenda charla que dura algo más de una hora y que vamos regando con un  mezcal delicioso. Aquí también hay una gran pintura, es el Arzobispo de México, Juan de Palafox. Pregunto por las obras de arte que han llamado mi atención y acabo enterándome de la historia de este lugar.

    Antiguamente era un rancho, en Morelia no había casi nada en los alrededores. La gente viajaba en bicicleta o burro y sobre esta colina solo había familias humildes con su trozo de tierra. Un americano compró el terreno, era arquitecto y comenzó a construir el antiguo rancho. Años más tarde y tras varios procesos de construcción llego a manos del actual dueño, un señor de buena cuna francesa que hizo negocios de cacao en este país. Lo compró y restauró, trayendo determinadas obras de arte de una capilla familiar en Francia, de estilo Cisterciense del SXII.

    Me cuentan la historia de los cuadros y de cómo llegaron a su poder. Algunos eran de la aristocracia del momento, personas que compraron los lienzos en España y los taparon con otras pinturas para poder sacarlos del país, (sobre 1600 la iglesia prohibió sacar este tipo de obras a México, las repintaban por encima para disimularlas y poder así trasladarlas hasta la Nueva España), pinturas que hasta que no llegaron al Villamontaña y comenzaron con el proceso de restauración de las telas, no se volvieron a descubrir. Así fue el caso de este enorme retrato de Juan de Palafox y Mendoza, consejero real de Indias entre 1633 y 53, Virrey y Capitán general de la Nueva España (casi ná), que ahora luce su original esplendor.

    Y entre historia e historia, trago a trago el mezcal hace mella en mi cansancio y decido retirarme. Por la mañana quiero dar un paseo por el jardín, donde me han prometido que veré plantas originales y únicas, como la Pata de Elefante a la que me abrazo, un árbol de 470 años, al que han bautizado como Don Sebastián tras superar una peligrosa infección en su tronco y ser tratado con reiki para conseguirlo. También me dicen, veré algunos cactus de anormales formas o las Aves del Paraíso, unas extrañamente gigantes flores blancas en peligro de extinción.

    Camino a Guadalajara

    A las ocho de la mañana mi nuevo acompañante me espera en la recepción. Bajo un arco de salida traído piedra a piedra desde Francia con otra increíble historia, salimos rumbo al norte. esta vez viajaré sola la última parte del camino, hasta llegar a la ciudad de Guadalajara. Me alejo de Michoacán y los guardianes de su cultura, tan rica y tan particular. Según voy llegando a Guadalajara los sentimientos se acumulan en mi cabeza…y en el corazón. Voy a volver a ver a las personas que en 2012 me ayudaron durante mi paso por esta ciudad. Me esperan en un peaje (no recuerdo que lo hubiera en mi aventura anterior). Cuando nos encontramos los abrazos se suceden y las miradas a los ojos me hacen comprender que realmente se alegran de volver a verme.

    Un poco de descanso en un hotel al que amablemente me invitan y una gran cena, divertida, entre platos mexicanos, salsas picantes y mucho glamour. Al día siguiente tengo una entrevista en casa de otro amigo, la misma entrevista que años atrás. Es como un gran flash back, una regresión que me divierte y fascina a la vez.

    Comer, Bailar, ¡esto es México cuates!

    Por fin rumbo a Mazatlán desde donde tomare el ferri que me llevará hasta Baja California Sur. Pero esto es México y tras quedar con un grupo de motoristas en una gasolinera a las afuera de Guadalajara y decidir ir por carretera “libre” es decir evitando la autopista, salimos rumbo al oeste. Como no, a mitad de camino de las cinco horas que me separan de la costa, paramos para comer.

    Es una parrilla en medio de las carreras, con una terraza techada estupenda. Un montón de mesas para mucha gente que disfruta de los típicos tacos, tortillas y carnes a la brasa de esta parte. Me recibe otro grupo motero entre los que me siento a comer. Pero siempre guardan sorpresas y esta vez han llamado a unos mariachis para que toquen. Como no, me sacan a bailar. Me lo estoy pasando bomba. Cuando el medio día toca su fin, reanudo el camino, esta vez acompañada solo por uno de ellos que me escolta hasta la costera ciudad de Mazatlán.

    Mazatlán, ¡viva el carnaval!

    Por fin estoy en la provincia de Sinaloa, una de las más peligrosas de México debido al tráfico de droga y el crimen organizado. La otra vez pasé por la Barranca del Cobre, una carretera de tierra rascada entre las laderas de una montaña. es un lugar increíble de barrancos y miles de cactus. Pero esta vez estoy en la capital. Mazatlán me recibe con casitas blancas, ambiente playero y gente relajada. Muchos son turistas americanos. Me espera el director de Expomoto, el mismo que me invitó a dar la conferencia y gracias al que pude hacer este viaje. Francisco es un tipo increíble, multifacético, un artista. Entre todo a lo que se dedica, diseña y fabrica las carrozas del carnaval más famoso de estas latitudes. Me lleva a su casa y ya acompañados de su estilosa y simpática mujer, nos vamos a conocer la ciudad.

    Mazatlán me sorprende, con razón la llaman “La perla del Pacífico”. Es una ciudad que mira el mar, con un  paseo marítimo o malecón de los más grandes del mundo (21 kilómetros de longitud). La plaza del pueblo luce con todas sus galas navideñas.

    Visitamos varios restaurantes y lugares para tomar algo de la parte antigua, me quedo impresionada del estilo de las casas, muchas en ruinas, pero que han sabido restaurar dejando ver esta parte antigua y decadente, creando un estilo muy particular. La comida es deliciosa y el ambiente súper agradable (aquí volveré, tengo que pasar más tiempo, conocer sus playas y su costa…).

    Nos retiramos entrada la noche, mañana tomo el ferri que me llevará a una nueva aventura, esta vez en solitario. Pero antes una paseo por otra parte de la ciudad, donde me explican que el camarón, uno de los alimentos más típicos y extendidos de México, aquí es el rey. Visito los puestos de las señoras que son ilegales pero nadie dice nada, ni la policía, para comprobar la gran variedad de este marisco, su frescura y colores. Están deliciosos de cualquier manera.

    Pero todo lo bueno dura poco, ya se sabe… y ahora me dirijo al ferri para comenzar la parte más épica del viaje, mi recorrido por la  Baja California. Un recorrido extremo por sus temperaturas, humedad, pistas y escasez de lugares donde repostar. Un viaje en zig zag por una península mítica.

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    Leer el anterior post que habla de Yucatán y Chiapas…clik aquí.

    Leer el primer post que habla de cómo comienza este gran viaje...click aquí.

    Información sobre hoteles:

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    Hoteles Boutique de México, lugares mágicos para descansar, pincha aquí.

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